domingo, 30 de mayo de 2010

«Me voy a lo grande, aquí dejo una familia»

EL ÚLTIMO DÍA DE TRABAJO DE JOSÉ A. PÉREZ DE MENDIGUREN

Empleado del Registro de la Propiedad, va a hacer el Camino de Santiago y disfrutar de sus dos nietos

30.05.10 - 03:06 -BEATRIZ CORRAL

Todo fin de etapa tiene su balance. Que sea mejor o peor depende de las acciones y del cristal con que lo mire cada uno. Y, a juzgar por las palabras de José Ángel Pérez de Mendiguren, el suyo debe de ser óptimo. O que, como él reconoce entre bromas, «he sido demasiado bueno». No en vano iba para seminarista. Pero tras cuatro años de estudios en Francia y al alcanzar la actual mayoría de edad, descubrió que aquello no era lo suyo y regresó a su hogar, junto a sus padres y sus otros seis hermanos.
Urgía ayudar en casa y retornó al que hasta entonces había sido su empleo de verano, con el que financiar la adquisición de ropa: recadista para un carnicero de la calle Portal de Castilla. Puede ser cosa del destino que el local ocupaba las actuales dependencias del Registro de la Propiedad, la que durante más de cuatro décadas ha sido su segunda casa.
Precisamente fue este conocido, además de su curso de contabilidad mercantil e industrial y su conocimiento del idioma galo, el que le facilitó una prueba de acceso. La pasó con éxito y se zambulló en una vida laboral marcada por el papeleo. De todo tipo. Desde documentos sobre terrenos, viviendas y calificación del suelo a expropiaciones, ventas, hipotecas, impagos o embargos. ¿Y cómo vadearse entre tanta jerga legal? «Con la práctica. Te la da el día a día, el trabajo, porque aquí no hay academia ni universidad», explica.
De recién llegado, con sólo cinco empleados y ubicados en la calle Becerro de Bengoa, todo se hacía «con pluma y papel secante». Los avances se sucedieron a través del uso de la estilográfica, el bolígrafo, las máquinas electrónicas y, por fin, el ordenador. Pero aun así, y pese al incremento de plantilla -hoy ronda el medio centenar-, a menudo resulta difícil dar abasto. Sobre todo cuando tienes un plazo de entrega. «Si estás con una documentación complicada y ves que no llegas te agobias, es uno de los momentos duros», reconoce. «Hemos llegado a trabajar diez horas al día».

Deporte e idiomas

Son esos y otros momentos los que han sembrado y fortalecido los mimbres de una relación que, más que laboral, José Ángel califica como «de amistad intensa». «Aquí dejo una familia», sostiene con emoción. A ello contribuye el saber que «me voy por la puerta grande, que era lo que siempre he pretendido, no salir por la trasera, ver que has dejado una pequeña huella. Lo he conseguido y es muy bonito».

Igual de hermosa confía en que sea la nueva etapa en la que se embarcará en solitario desde el próximo jueves. Realizar el Camino de Santiago, partiendo desde Roncesvalles. Más de veinte de jornadas de marcha, a 30 ó 35 kilómetros por día. «Nunca pretendí que coincidiera con el Xacobeo, no sé si es el mejor momento, sobre todo por el alojamiento, pero si toca dormir en el portal, pues se duerme», sonríe.

A su regreso tampoco le faltará entretenimiento gracias a sus nietos, de cuatro y dos años, con los que se ríe «un montón». Reconoce con orgullo de abuelo que «son una alegría, cuando faltan, se les extraña un montón». Seguro que no tendrá tanto tiempo para ello con sus nuevos planes: perfeccionar su francés, probar con la informática y el inglés y, sobre todo, el deporte. «Andar, ir al monte y frontón, que mis amigos ya me están esperando».

http://www.elcorreo.com/alava/v/20100530/alava/grande-aqui-dejo-familia-20100530.html

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